martes, 29 de mayo de 2007

UN GRAN DÍA

Hoy hemos tenido una mañana de coche y hospitales con Alberto. Por la mañana, hemos salido en taxi desde el orfanato con “la bombón”, nuestra casera. Es una sensación rara esa de acostarte por la noche en su cama y por la mañana verla en el orfanato vestida con bata blanca. Bueno, bata blanca y zapato de tacón de aguja de una cuarta de alto.

Hoy Alberto ha montado directamente con nosotros, detrás, muy tranquilo y señalando a las cosas que le sorprenden con el dedo. Todas las cosas se llaman “mamamá”, “guagua” o “pohhh”, pero a nosotros nos hace mucha ilusión y le contestamos como si fuéramos imbéciles (lo digo por la cara que se nos pone): “Si, Alberto, eso, muy bien, es un camión, si, ¡qué listo mi niño…!”. Se ha dormido un ratito en los brazos de Maria, con lo cual, más cara de lelos todavía y ha exigido su ración diaria de zumo.

Las noticias han sido buenas, o al menos eso es lo que hemos podido entender por los métodos habituales: o bien, por señas, o bien, llamando a Yulia y pidiéndola que se lo cuenten a ella y que ella nos traduzca. El caso es que los análisis de los temas graves (SIDA, Hepatitis C, etc) han confirmado que está bien y la oftalmóloga nos ha dicho que Alberto tiene Estrabismo (15 º) e hipermetropía en ambos ojos, pero no mucha, 2,5 y 3,5 dioptrías. No he conseguido enterarme de si tiene ojo vago, eso lo confirmaré mañana. Nos han dado la ficha de la graduación y hemos ido a encargarle unas gafitas: queremos que le expliquen aquí, en ruso, que se las tiene que poner y que son buenas para él. Bueno, yo creo que él lo comprobará en seguida, en cuanto se las ponga y compruebe que ve bien con ellas. Además, va a ser el único niño del orfanato que las lleve –aunque, desgraciadamente, no es el único que las necesita- y va a fardar un montón con ellas.

Le hemos encargado unas gafitas azules, como sus ojos, de Benetton, preciosas (lo digo por los que vais a venir dentro de poco a Ucrania, para que comprobéis que , aún en un pueblo poco importante, como este, puedes encontrar casi de todo); su madre ha ido dejando un reguero de baba desde la óptica hasta el taxi. Nos las darán, con sus cristales puestos, el jueves, el día del juicio, así que ese día estrenará dos cosas importantes: gafas y papás.

Ha sido, por tanto, un día importante, donde nos han quitado algunas incertidumbres (que nos iban a dar igual, Alberto es ya nuestro hijo y no lo cambiaríamos por nadie en el mundo) y nos han dado buenas noticias. Esto ha sido importante, pero no se si ha sido lo más importante. Creo que lo más importante ha pasado esta tarde, mientas jugábamos.

Como todas las tardes, a las 16:00 hemos ido a buscarle a su sala, que comparte con los otros doce niños de su grupo. En la sala están sus sillitas donde comen, sus mecedoras (tipo columpio) para los más pequeños, la cocina, etc. Todo salvo el dormitorio y los baños. Nos estaba esperando, muy formalito, sentado en una sillita y vestido para recibirnos (a los que tienen visita, es decir, padres adoptivos, les visten; el resto salen en pantalón corto y descalzos al patio, pero eso si, con gorro). Se ha lanzado a los brazos de Maria en cuanto nos ha visto, así que hemos bajado las escaleras prácticamente sin tocar los escalones.

Mientras jugábamos, le ha dado por irse a un de los cobertizos que hay en el patio para los días de lluvia. Me ha pedido que le subiera, con sus grititos habituales y esa cara tan expresiva que tiene, a un banco corrido que está al fondo del cobertizo. El caso es que cuando estaba arriba subido me ha mirado, comprobando que estaba cerca (hoy tenía las pupilas completamente dilatadas y, si ya ve mal, lo de hoy era de pena, iba trastabillando a todas partes el pobre, se ha tropezado unas cien veces) cerciorándose de que estaba cerca si se caía (no hay nada que nos guste más que el que busque nuestra mano para ayudarle a subir un escalón, que nos necesite…).

Me ha vuelto a mirar, sonriendo.

He echado los brazos hacia él y le he dicho: “Tírate”

Me ha mirado con cara de mucha tensión, se ha reído, se ha echado hacia delante y….

¡SE HA TIRADO!

Y él, muerto de risa por la emoción.

Y yo, muerto de alegría… por varias cosas. La primera: mi hijo confía en mí, a menos de una semana de conocernos, y eso quiere decir muchas cosas, que es confiado, que no lo estamos haciendo mal, que estamos creando un vínculo…

La segunda y no menos importante: que es valiente. Y, os parecerá una tontería, pero me gusta que lo sea, que no sea un cobardica, a pesar de ver poquito, ser pequeñito y, de momento, estar debilucho. Así que, hermanita, prepárate, que viene un nuevo esquiador en la familia al que tendremos que seguir con la lengua fuera por las pistas de Formigal.

La tercera, que nos entendemos, que va cogiendo lo que decimos, que es listo, que no tendrá demasiado difícil ponerse al día.

Y, para los que no se crean que mi niño es un valiente ahí va esta serie de fotografías (un poco movidas, ya sabéis que las hacemos con la cámara de video) que dan fe de no exagero un ápice acerca de la valentía, que digo valentía, arrojo, casi temeridad, de mi hijo. Para celebrarlo nos hemos puesto a bailar como locos y de postre, me ha atizado un par de mordiscos de cariño en la mano, con tal pasión que un poco más y tengo que escribir sólo con la izquierda.

Un gran día. El día en que mi hijo confió en mí.

Ahí queda eso, para la historia.

Abrazos,


Cacha


PD: Otra vez mil gracias, de verdad, por vuestros comentarios, cortos y largos, por vuestro correos y mensajes. No podemos contestar a todos, se nos va el día en estar con él y las comunicaciones son, de verdad, africanas, pero por favor, no dejéis de hacerlo. No sabéis las veces que nos hacéis llorar con vuestras cariñosas aportaciones.


















lunes, 28 de mayo de 2007

UNA CIERTA NORMALIDAD

Ayer abandonamos el último hotel en el que nos hemos hospedado en Kryviryh; ya teníamos ganas, llevábamos ya tiempo sin deshacer las maletas, por la provisionalidad de los alojamientos, lo pequeño de las habitaciones, el hartazón de hacer y deshacer equipajes. Estamos en un pequeño piso al lado de la casa-cuna de Alberto; de hecho, nos lo alquila la enfermera que nos acompañó el jueves a hacerle los análisis y que supongo que vendrá mañana con nosotros a recoger los resultados y a hacerle las pruebas de graduación de la vista. Se llama Elena y la llaman “la bombón” y ayer abandonó junto con su hija el piso para dejárnoslo libre; la renta que le pagamos las familias adoptantes que vamos alquilando su casa es para ella un sobresueldo más que considerable para lo que ganan aquí.

La casa tiene unas cortinas, lámparas, sábanas, etc. completamente imposibles. Recargadas, kirtsch a más no poder (volantes y más volantes, cristales de colores, floripondios, payasos tristes, muñecas endemoniadas, peluches cursis, moquetas de colores eléctricos), pero deben ser el último alarido de la moda ucraniana porque Elena, gracias a los alquileres tiene una casa cómoda: TV grande, con DVD, lavadora nueva, ordenador para su hija…. No muchos ucranianos tienen esto en su casa y desde luego no lo paga su sueldo de enfermera. Como en todas las casas en las que hemos estado, las zonas comunes (portal, escalera y ascensor) son lo más tétrico que hemos visto en nuestra vida; de puertas adentro –empezando por la misma puerta- las casas están bastante mejor, pero la entrada es de película de ciencia ficción a lo Mad Max. No hay nada así en España, os lo puedo asegurar, quizás alguna de estas casas de realojados de la expropiación o algo así. Tal vez sea por el mismo motivo: el comunismo les asignó las casas en las que viven (es un decir, porque bien caras las pagaron…) y la transición al capitalismo les concedió un título de propiedad. Pero no dan valor a lo que no es suyo (o es de todos, por lo que no es de nadie) y, por lo tanto, no es que no lo cuiden, es que lo maltratan.

El barrio de alrededor del orfanato es como un barrio obrero de Madrid (Carabanchel, Villaverde, Vallecas…) de los años 50-60, pero en el que nadie hubiera invertido un duro desde entonces. El urbanismo, las casas, son parecidas a aquellas, pero España se ha ido haciendo poco a poco, con el sudor de una generación que vivió una posguerra (como la ucraniana por la 2ª guerra mundial) y que supo salir a base de ahorro y trabajo, y que, gracias a la democracia y la integración en la UE ha conseguido el estándar de vida que disfrutamos. En Ucrania –y en el resto de Europa del Este- las cosas no fueron así y cuanto más cerca de la antigua URSS, peor. Hay una generación entera que lo espera todo del Estado, que no sabe competir, luchar, no tiene iniciativa…. En fin, que todavía les queda, aunque son un pueblo preparado a los jóvenes de aquí les gustan las mismas cosas que a los de todo el mundo; los grupos musicales son imitaciones de los occidentales, la ropa es imitación de la occidental…

Podemos ver a Alberto dos veces al día: por la mañana de 9:00 a 11:30 y por la tarde de 16:00 a 18:00. Llevamos ya cinco días en este “régimen de visitas” que sirve para que nos vaya conociendo, nos vaya cogiendo apego (nosotros ya veníamos con él puesto) y para que nosotros aprendamos cómo es, cómo reacciona, que le gusta, que no, que quiere decir cuando o grita “mamamamama!!!”, “pyeeeh!!!” o “pohhhh!!!”, mientras pone cara de angelito, de diablillo o nos mira circunspecto. Ya nos intenta torear, finge rabietas, se enfada, hace como que nos ignora, etc. y nosotros nos morimos de risa cada vez pero nos ponemos muy serios para que no nos tome a cachondeo, sobre todo yo, que se que me toca el papel de padre, es decir, la Autoridad Competente (A.C.).

Los padres biológicos aprenden esto en varios meses de observación e influyen con sus propias palabras en lo que sus hijos quieren decir, pero nosotros nos encontramos con que Alberto ya lleva un “software” instalado que no es de la misma versión que le nuestro y poco a poco tenemos que introducirnos en los propios menús del programa (que está en caracteres cirílicos para hacerlo más difícil, es decir, que no es nuestro idioma ni se parece) para ir cambiando la versión. Y esto, en tiempo récord, porque en pocos días saldremos de aquí con él y entonces no será sentimental ni afectivamente nuestro: será legalmente nuestro hijo y entonces nos lo llevaremos de aquí para siempre, estará con nosotros todo el día, tendremos que saber que darle de comer, cuando hace caca, cuando pis, como lo hace, cuando duerme, que le duele, como saberlo… Todo esto, en quince días de convivencia, a tiempo parcial y sin entender el idioma de sus cuidadoras.

Se supone, si todo va bien, que el jueves tendremos el juicio en el que se celebrará el acto jurídico por el que Alberto será declarado nuestro hijo por las autoridades ucranianas; después tendremos que esperar diez días a que la sentencia sea firme y después viajaremos a Kiev a obtener su permiso de entrada en España, su permiso de salida del país, etc. Pero desde que la sentencia sea firme, ¡ya será nuestro! y nunca, nadie, jamás, nos lo podrá arrebatar ni separarnos de él.

Su madre está como loca: ya le ha comprado un carrito para llevarle por Kiev, le ha tomado todas las medidas para comprarle ropa y calzado, está ansiosa porque llegue Yulia el miércoles para poder traducir una batería de preguntas que tiene preparadas para las cuidadoras y al médica: que come, que no, que le asusta, que le gusta, ¿tolera bien los lácteos? ¿los cítricos? ¿duerme bien? ¿tiene alguna alergia?. Quiere saberlo todo, aunque mucho me temo que no le dirán mucho. Alberto es un superviviente y ha sobrevivido, como ha podido, a este orfanato y a sus cuidadoras, a las enfermedades y a la desnutrición, a su falta de visión y de desarrollo. Si no os lo creéis, observad la foto que os cuelgo: es capaz de beber zumo (algo que nunca había probado) del vaso que le hemos comprado, mientras sujeta con una mano una magdalena y con otra una galleta. No las suelta así le maten. Ya os lo he contado, pero es curioso observar como coge la comida protegiéndola con la manita, para que no llegue otro niño y se la quite.

Hoy se ha dedicado toda la mañana a morder a Maria. Si, he dicho a morder. Como Maria le abraza y le achucha, le cubre de besos y le hace cosquillas, él intenta hacer algo parecido, pero como no sabe besar (nadie le dijo nunca “Dale un besito a mamá…”), hace lo más parecido que sabe: muerde. Y como Maria se parte de risa y se muere de gusto al sentirse querida, Alberto se cree que está haciendo lo que debe y entonces, muerde más fuerte; así que esta mañana ha acabado llena de mordeduras, babeada, agotada, pero más feliz que un regaliz, enseñándome, con orgullo, sus “cicatrices de guerra”. Para celebrarlo, hemos ido al supermercado ucraniano a hacer la compra, intentando descubrir, entre carteles en ruso, los artículos que buscábamos

Esta situación de casi normalidad, en la que vivimos en un piso que está razonablemente limpio, que podemos ver a nuestro hijo, que hacemos una vida medianamente normal, es lo más parecido a una situación de familia completa que hemos tenido nunca. No queremos mirar muy adelante para no sentir nostalgia de lo que dejamos atrás; no queremos acordarnos de nuestra casa, del calor de nuestra familia y de nuestros amigos para así, disfrutar de cada momento que vivimos, sin echar de menos lo que tendremos al volver.

Yo que crecí leyendo novelones de Frank Yerby, donde los hombres eran tíos de carácter que fundaban grandes sagas y tenías hijos como hongos; yo que devoraba en mi adolescencia los libros del costumbrismo de posguerra español (Gironella y por ahí), deleitándome de las historias de las grandes familias, que tenían muchos hermanos y crecían felices y en armonía, donde las hijas se parecían a sus madres en su belleza y discreción y los hijos eran nobles, fuertes y valientes como sus padres. Yo, que he tenido que olvidar todos los tópicos que me creé en mi vida para aprender a vivirla, disfruto de los días más felices de mi existencia, doy gracias a Dios todos los días por el amor de mi mujer y por haberme dado un hijo como Alberto, después de tanto buscarlo.

Si hubiéramos tenido las cosas fáciles, nunca nos hubiéramos embarcado en esta aventura; probablemente nos querríamos menos (sólo en la dificultad hemos sabido apreciar el verdadero valor del otro y disfrutar de su cálida compañía) y no entenderíamos la paternidad como ahora, finalmente, le hemos entendido: no como un derecho, sino como un regalo; no como la búsqueda de nuestro propio reflejo mejorado, sino como la oportunidad de hacer a alguien más feliz de lo que hubiera sido sin nosotros; no como el cumplimiento de un convencionalismo social o de una etapa de la vida, sino como el encuentro de nuestra verdadera esencia, de lo mejor de nosotros: la entrega incondicional.

Abrazos,


Cacha













sábado, 26 de mayo de 2007

NUESTRO NIÑO

Nuestro niño es muy pequeñito; está fuera de las tablas con percentiles que con tanta soltura manejan los padres modernos. Pero es muy valiente: el jueves fuimos con él al médico, a hacerle unos análisis y no lloró ni nada cuando le pincharon. Supongo que porque estaba alucinado: era la primera vez que montaba en coche, además en un coche lleno de gente que no conocía: a nosotros, a Yulia, al taxista….

Nuestro niño está muy delgadito; tiene tan poquita grasa en el cuerpo que se le transparentan las venitas de la cara, del pecho… Pero es muy alegre, tiene una cara hecha para reír y una sonrisa que le llena toda la boca.

Nuestro niño no ha tenido nada propio nunca; la ropa que le ponen, los juguetes, escasos, con los que juega, son de todos. Pero hoy ha estrenado, sin saberlo, su primer bloc y sus primeros lápices de colores. Y nosotros hemos puesto, solemnemente, fecha a su primer dibujo, cuatro garabatos de colores en un papel: tiene más valor, para nosotros, que las escrituras de nuestra casa.

Nuestro niño no ve muy bien, enfoca mal en la corta distancia y eso hace que ande con cuidadito para no caerse, que no calcule bien las distancias. Pero hoy ha descubierto lo que es andar de la mano de papá y de mamá, que no le sueltan nunca, y entonces puede correr a todo lo que dan sus piernecitas sin miedo.

Nuestro niño tuerce un ojito al mirar, pero cuando nos mira y dice “mama” y “papa”, se encuentra con un par de caras de amor como nadie vió nunca.

Nuestro niño no sabe besar, pero hoy ha hecho a su madre la mujer más feliz del mundo al salir corriendo a abrazarla cuando se ha agachado con los brazos abiertos.

Nuestro niño come protegiendo la comida con su manita, para que nadie se la quite; pero no sabe que a partir de ahora no le faltará de nada, nunca.

Nos hemos perdido su nacimiento, pero hemos visto su primera cara de sorpresa al ver un cochecito a motor correr por su patio de juegos, la expresión de sus ojos al comerse su primer plátano…

Nos hemos perdido su primer diente, pero hoy hemos visto su cara al comerse su primer potito (de frutas, por cierto). Increíble. No decimos que bizqueaba de gusto porque bizquea en general, pero abría la boca como un pajarito en el nido, esperando la próxima cucharada.

Nos hemos perdido sus primeros pasos, pero hoy hemos sentido sus primeras carreras en confianza, agarrado a nuestras manos. Y nosotros, nos hemos sentido-vivido (como sienten-viven, la señal del instinto, los animales) por primera vez una familia, al correr juntos de la mano.

Nos hemos perdido sus primeras palabras, pero hoy hemos visto como por primera vez buscaba a su madre con la mirada cuando he dicho “mama” y yo TENGO GRABADO EN VIDEO, SEÑORAS Y SEÑORES, como ha dicho “papa” cuando Maria me ha señalado.

Hoy hemos comprobado que es tan pillo como los demás: ya nos ha probado varias veces para saber hasta donde llegamos. Tira cosas cerca y en seguida lanza un gritito de aviso, para que se las cojamos. A veces se las cogemos y se ríe y a veces le decimos que no y también se ríe, porque se siente bien al obedecer cuando le decimos que las coja él.

Hoy también hemos tenido el primer amago de enfado: quería que fuéramos hacia un sitio con mucha luz (que no le conviene, porque le están dilatando las pupilas), le hemos dicho que no y se ha sentado, muy serio, en el suelo. Pero en cuanto nos hemos acercado, en ademán de hacerle cosquillas, ha puesto esa cara que podéis ver en las fotos de querubín descojonado de risa (si es que los querubines tienen tales atributos).

Y ahora, mientras escribo esto en la habitación del hotel, estará probablemente en la cama, soñando con su mamá guapa y rubia, dulce y cariñosa, que le hace reír hasta perder la respiración con sus cosquillas. Y no sabe que, ahora mismo, llora a lágrima viva, de felicidad, mientras repasa los vídeos del día.

Abrazos,


Cacha






PD: Y, como se que lo que estáis esperando son fotos, no tanto rollo, os colgamos tres de hoy.













viernes, 25 de mayo de 2007

Desternillados de risa

Hola otra vez, afición, amigos del alma, hermanit@s, primos, sobrinillos,futuros papás, padres adoptantes del mundo!!!! Como podreis notar en mis palabras estoy que no me lo creo, hoy ha sido el tercer día más feliz de mi vida; el primero fué, por supuesto, mi boda con Cacha, el segundo fué anteayer, cuando vi por primera vez al que casi, casi seguro iba a ser nuestro hijo, escondido entre las piernas de una cuidadora diciendo timidamente MAMA??--PAPA?? y digo que hoy es uno de los más felices porque hemos pasado el mejor día hasta ahora con nuestro pequeño gusarapo, al que ya sabeis que hemos puesto Alberto porque va a ser un crak como nuestro querido amigo el gordo; hoy ha disfrutado como nunca; sobre todo al hacerse pis encima de su madre; ha comido de todo fenomenal, ha bebido zumo a gollete (es igualito a mi bebiendo cerveza), disfrutando de todos los juegos y las tonterías que le hacíamos y lo mejor de todo, ha estado riéndose sin parar, por fin hemos conectado a tope; yo pensaba que en este mundo no podía haber un niño sin cosquillas y efectivamente, el nuestro tiene, pero muchas muchas, lo que pasa es que el no sabia que las tenía. Así que nos hemos muerto de risa, besado, me ha echado los brazos pidiendo un abrazo, me ha estrujado, y sin hablar siquiera me pedía más cosquillas con esos ojazos azules que tiene, aunque uno mire a Kiev y el otro a Diniepropetrovsk de vez en cuando pero eso da igual, le pondremos unas gafitas o un parche, los médicos nos dirán que hacer pero os digo que este niño (y que me perdonen los demás padres) tiene los ojos más preciosos del mundo y la sonrisa no os cuento, prefiero colgar una foto y que lo veais vosotros mismos... de verdad que no puedo explicar la sensación que tenemos ahora mismo, este mediodía, leyendo vuestros comentarios hemos estado llorando, por fin y después de 9 años, se ha cumplido nuestro sueño de ser una familia, así que para no empalagaros más y dadas las numerosas peticiones recibidas colgamos para todos vosotros en este blog alguna foto más; ojo, os dejamos mirarlas, adorarlas, cortarlas pero no las desgasteis demasiado... je je...






Abrazos, besos, buenas noches-noches y millones de gracias a todos-todooos de parte de los tres, os queremos y os querrá.



PD: nunca pensé que en un sitio tan triste se podía ser tan feliz...

jueves, 24 de mayo de 2007

EL ENCUENTRO

El viaje a Krivyryh (es algo así como se pasa a los caracteres latinos), en la región de Dniporpetrovsk fue espeluznante, por las carreteras y por la forma de conducir de Igor, nuestro facilitador. Salimos a las 6:00 del pútrido apartamento de Kiev en el que habíamos pasado los últimos once días desde la vuelta de Kherson, dos días después de ver por primera vez la ficha que, en principio, nos había hecho sentir que se veía luz al final del túnel.

La noche anterior quedamos con los burgaleses para despedirnos, comiéndonos un perrito de un sitio típico de Kiev, donde habíamos visto todos los días a la gente haciendo cola para comprar. Bueno, pues una salchicha con bollo de pan chino, ni más ni menos. Estos ucranianos se conforman con poco, la verdad, y se les ve razonablemente felices… ¿siempre pasa lo mismo en el mundo, los más pobres, los más sencillos son los más felices? Los burgaleses se esforzaron, como siempre, por estar alegres y nosotros, estando alegres por nuestra partida, no podíamos evitar esconder la tristeza de dejarles allí, después de todo el tiempo que llevan esperando (casi un mes). En fin, gente buena, maja, recia, de los que piensa que para que le van a dar a uno el coñazo con sus penas; o de forma más elaborada: la alegría también es una forma de caridad, o de amor, como se prefiera.

Llegamos a Krivyryh tranquilos (salvo por haber visto a la de la guadaña dos veces en un camión que venía de frente), mucho más relajados que la otra vez; nos preguntábamos si era la experiencia o el ver las cosas con más claridad. Todo el camino mirándonos a los ojos y preguntando al otro, “¿Cómo estás?” “Bien, ¿y tú?” “Bien”, como no creyéndonos al posibilidad de que las cosas pudieran salir bien. Yo, apelando al sexto sentido y a la prodigiosa intuición de Maria; ella, supongo, que confiando en que con eso de que duermo poco me da mucho tiempo para pensar.

Las gestiones, como siempre, visita al Ayuntamiento, charlita y carta de la inspectora (a la que sonreimos mucho y dijimos muchas veces “Espasiva”, porque es de las que tiene que firmar papeles y acudir al juicio. Esta no pide dinero ni regalos. Después del permiso, a visitar el orfanato. Yulia nos dice que la directora, que está de vacaciones, va a hacer un esfuerzo especial y no va a ir a recibirnos, que para eso está su segunda, pero que ella ya irá luego.

Krivyryh es una mezcla de San Blas (en la parte vieja) con calzadas africanas y temperaturas de Baeza en Julio; en invierno creo que son tipo Noruega. Es feo como un cocodrilo, está rodeada de minas de carbón y campos agrícolas; no tiene nada. Las partes nuevas son de planificación comunista, es decir, una mierda, porque la gente tiene la mala costumbre de cuidar lo que es suyo y descuidar lo que es de todos, o sea, de nadie, así que todo tiene pinta de mal planificado, oxidado, viejo.

Llegamos al orfanato; al cruzar la tapia, vemos que no tiene mala pinta; hay un jardín fuera, con una zona de columpios y juegos; está limpio, bien pintado. Buena sensación; la directora pide pero parece que efectivamente, hace su trabajo. Nos reciben dos matrioskas vestidas de bata blanca. El sitio huele a limpio y es luminoso; es una casa cuna (hasta tres años) y se oyen llantos de bebés de vez en cuando. Nos dicen que nos sentemos en un sofá de espaldas a la puerta; Igor y Yulia enfrente, al lado de las matrioskas. De pronto se abre la puerta, no vemos que pasa y oímos un comentario en ruso. Maria me susurra “Era él seguro, lo he notado”. Efectivamente, por error habían confundido los tiempos y lo traían antes de leernos su informe. Yulia nos dice que ha tenido tiempo de verle y que es rubio y tiene los ojos muy grandes. Sonreímos. “¿Está delgadito?” Se encoge de hombros.

Pasamos a un despacho; una de las matrioskas (la médico) da lectura al informe del niño; su historia, pertenece a nuestra intimidad, pero lo que nos cuenta nos tranquiliza desde el punto de vista de sus antecedentes y posibles afecciones. No hay problemas legales para adoptarle. Le preguntamos por las dos cosas que nos preocupan: el por qué es tan pequeñito y lo del estrabismo. Nos dicen que nació muy pequeño tras un embarazo normal y que siempre ha sido pequeñito; pero que crece proporcionadamente y se desenvuelve bien; del estrabismo, que tiene un poco pero que no tiene ninguna complicación, que seguro que con unas gafas se le arregla. Maria pregunta que por qué no se las han puesto. Yulia hace un gesto de que para qué preguntar. Decimos que queremos hacer unos análisis actualizados y unas pruebas oftalmológicas; todo el mundo se pone un poco tenso: damos problemas.

Nos mantenemos firmes y decimos que queremos que se lo hagan aquí: el niño va a entender todo lo que le digan y va a pasar menos miedo. Nosotros queremos empezar a hacer todo lo que hay que hacer cuanto antes y tener la seguridad de que no nos están ocultando nada raro. Al final acceden y nos dicen que tiene que opinar la directora.

Nos traen a Alberto; en efecto, es pequeñito para su edad, está más blanco que la leche (hasta se le transparentan las venitas de la cara), es rubio claro y tiene dos ojos azul turquesa como dos faros, aunque uno de ellos se tuerce un poco. Es un solete de niño.

Miro a Maria y le brilla la mirada, a punto de llorar; “es él, es él”. Subimos a la sala de encuentros; en este caso, también llena de juguetes y más pequeña que la de la otra vez. Alberto está tenso; nos dicen que le queda poco para la siesta. Le han vestido para la ocasión, con un peto de colores y una camiseta muy alegre; le quedan bien al color de sus ojos y de su pelo. Este niño, con cualquier cosita que se me ponga, va hecho un pincel, pienso (porque la ropa es de orfanato, no hay que decirlo, con lo que eso implica).

En la sala hace un calor infernal, está nervioso y asustado: no se separa de su cuidadora así le maten. Yo me parapeto una vez más detrás de mi cámara: que el contacto sea con Maria, que será más fácil, seguro. No hay manera. Se pone a llorar cuando nos acercamos y se esconde entre las piernas de su cuidadora, no quiere ni mirarnos.

Ella nos señala y dice: “máma, pápa” (así, con el acento cambiado). El repite con voz de pajarillo: “Máma, pápa” y a nosotros se nos saltan las lagrimas. Coño, para eso llevamos hechos más de 6.000 km en todo tipo de transporte y llevamos tres años luchando… Lo malo es que luego le preguntan quién es “papa” y señala a Maria. Será cabrón… Maria usa la técnica de la galleta, que es infalible; como nos temíamos, coge la galleta y sale corriendo, a refugiarse otra vez tras su cuidadora.


Todo el mundo intenta que la cosa salga bien y nosotros salgamos con una buena impresión, pero a nosotros, desde ya, lo que nos importa es que no lo pase mal, no forzar un encuentro idílico… Así que les decimos que no pasa nada, que no le agobien. Le digo a Maria que saque una marioneta de dedo que lleva en el bolso; juega con ella y es la primera vez que nos hace caso, aunque poco.

En cualquier caso vemos lo que nos interesa: coordina bien, come bien (a todo esto, va por la tercera galleta) tiene la boca llena de dientes, ve, aunque comprobamos que debe ser hipermétrope, porque tuerce un ojito al mirar de cerca a lejos, pero no tiene la pupila blanca, oye bien, sube y baja escaleras, se cambia las galletas de mano para coger más… en fin, todas esas cosas que tenemos que analizar en tiempo record para detectar si le pasa algo grave o es más o menos normal (a la vez que nos morimos de ganas de que nos regale una sonrisa, una mirada…)

Nos dicen que salgamos al patio con él. Vemos que, aunque despacito –no ve bien- se desenvuelve bien, anda, sube y baja escaleras… Es un poco tímido con nosotros (otros enanos en seguida vienen buscando “pichinas” (galletas). Maria reparte a todos; intentan que le de la mano a Maria; no quiere, el condenado. Maria le da un juguete que lleva en su bolso mágico: un gusano que si le pulsas la nariz, se le encienden los cuernos y suena una musiquita. Lo coge con pocas ganas, pero lo coge. Tras diez minutos de intento de contacto físico, descubrimos una piscina hinchable, pequeña, llena de agua. Hasta el momento, Alberto ha estado esquivo, tímido, llorando asustado de nosotros… Un poco frustrante, aunque sabíamos que esto es lo normal.

Una de las cuidadoras hace que Alberto juegue con el gusano metiéndolo en el agua. Adiós gusano, pero, sorprendidos, vemos que el agua le gusta, manotea en el agua y se ríe al chapotear, ¡es la primera vez! Maria se pone a jugar con él como loca, consigue entretenerle, le acaricia tímidamente… Él se deja hacer, se ríe como un condenado… ¡Cómo nos lo vamos a pasar en la piscina de casa! Maria me mira, emocionada… Le toca con todas las caricias que lleva guardando todos estos años y le coge en brazos… Es suyo, es mío, lo vemos, sólo hace falta la magia de su risa para saber que seremos una familia, que le sacaremos adelante, que trabajaremos duro para que sea feliz.

Al final de la tarde come de nuestra mano (es un decir, bueno no, seguimos dándole galletas), ¡hasta yo consigo cogerle en brazos sin que llore! Maria me hace la primera foto oficial del mundo mundial de padre. Yo tengo a mi hijo en brazos y pienso que no puede haber nadie en este mundo más feliz… Mientras le llevo, le digo al oído: “Ya verás, todas las cosas que te voy a enseñar aquí subido, la de mundo que vas a ver….” No me entiende, ya lo sé, pero se tiene que acostumbrar a mi voz, a mi olor, a mis brazos morenos (que en contraste con su piel, parecemos un helado de nata y café).

De vez en cuando, nos regala con un “mama” y “papa”, con su vocecilla de flauta y entonces ya nos queremos morir…. Aunque sabemos que él no tiene muy claro que es cada cosa (no se si para él son sólo personas grandes que dan galletas), a nosotros nos vuelve locos y yo esta noche no he podido dormir con esas dos palabras resonando en mi cabeza, descubriendo, por primera vez, lo que significan: dependo de vosotros, sólo de vosotros, os necesito. Y soy feliz.

Así acabamos el día; exhaustos, molidos por la tensión, por las prisas. Os obviamos las cincuenta gestiones oficiales, las presiones para que tomemos decisiones rápidamente, el asfixiante calor, el recibimiento de la directora y su increíble modelito (sombrero incluido) de los Saldos Arias en los que se embute la charolesa ésta, los cuatro alojamientos distintos por los que pasaremos en cinco días.

Todo nos da igual. Ha dicho “mama”, “papa”. Le hemos cogido en brazos, le hemos acariciado, le hemos visto reír...

No podemos pedir más.

Señoras, señores, les presentamos a Alberto.




¿No es para morirse?

Abrazos

Cacha (o el hombre que levita actualmente)


PD: Para nuestra inmensa alegría, nuestros amigos de Burgos nos han llamado hoy, para decirnos (después de preguntarnos por Alberto) que mañana van a conocer a sus dos princesitas. Ya somos felices del todo.

martes, 22 de mayo de 2007

SENSACIONES

Perdonad por el retraso en escribir de ayer, pero Maria se dedicó a cuidarme y sólo pudo escribir al final del día y yo no veía (ni veo) mucho, la verdad.


Cuando salimos del CA nos fuimos andando hacia nuestro apartamento, un poco flotando en una nube mientras llamábamos por teléfono a la familia para contarles la buena nueva. De camino, nos desviamos a San Alexander, una iglesia católica, a dar gracias por lo bien que había salido todo. Habíamos evitado las cosas que nos preocupaban, en principio: que el estrabismo tuviera un origen neurológico, de retraso mental, hidrocefalia, o que fuera muy grave y que el orfanato estuviera en una de las regiones “malas” ya sea por que los niños están mal cuidados, tienen problemas graves o los trámites se demoran mes tras mes.

El niño es de una ciudad de Dnipropetrovsk, que es una región al sureste de Kiev que tiene fama de que los procedimientos, una vez aceptas al niño, se demoran muchísimo, llegando a los dos meses; como cosas buenas, parece que los orfanatos están bien y los niños que están allí no suelen tener muchos problemas físicos. Hemos tenido suerte y parece que en la ciudad en concreto del orfanato, las gestiones van bien, la juez (es mujer) hace las cosas fáciles y no se suelen demorar. Parece que la directora del orfanato es caprichosa y de gustos caros, pero eso no nos importa a estas alturas del partido, como dicen en mi pueblo ¡por dinero va a ser…!; creo que nos dará grandes tardes de gloria con sus exigencias, ya os contaremos.

Cuando salimos de San Alexander, nos fuimos a comprar algo de ropa de verano para mi; para que os hagáis una idea, nosotros pensábamos que íbamos a un sitio donde hace -30 grados en invierno (que es verdad), que en primavera era más o menos como en España (que es verdad), que cuando llegamos estaban a 10 grados y ahora estamos como en Agosto en Madrid (cágate lorito). Después quedamos con los burgaleses –que, con su espera a cuestas, se han alegrado de verdad de la buena de lo nuestro – y con Rosa y Luis, otros amigos gallegos que también han tenido una ficha buena, de una niña de casi seis años. Tomamos una cervecita en una terraza del centro, de la calle principal, que está en ebullición de gente por la tarde; a los ucranianos les gusta salir, ver y ser vistos –sobre todo a ellas- y aprovechan el buen tiempo todo lo que pueden. En las tiendas, íbamos asustando a las dependientas con mi aspecto, el ojo, como ha dicho Maria, a lo Dar Vader, rojo sangre, hinchado, lloroso, semicerrado… un número. Escribo ahora aprovechando que Maria se ha ido a comprar algunas cosas y no tengo gotas que ponerme; la pobre me tiene que poner unas gotas distintas cada hora durante todo el día, 5 gotas distintas.

Tengo un problema con los de higiene “justita”; una vez en Andorra, en un apartamento de alquiler que no estaba muy allá (acuérdate, Tata), cogí la varicela. En estos en los que hemos estado, aunque Maria ha limpiado todo lo que ha podido, he cogido la conjuntivitis vírica. La debilidad propia de las razas decrépitas, o algo así.

Bueno, a lo importante. No sabemos si el niño es rubio o moreno, si tiene los ojos marrones o azules, porque la foto que nos enseñaron era de un enano de un año, recién bañado y con el pelo mal secado con una toalla, una foto tamaño carnet que nuestra un niño de medio cuerpo. En la foto no se aprecia el estrabismo y aunque en un principio nos dijeron en el CA que le había remitido totalmente, una llamada posterior de Yulia nos aclaró que todavía tiene algo, pero que en cualquier caso será leve. Las informaciones de los oftalmólogos a los que hemos acudido (no a la matrioska-oftalmóloga ucraniana que se hinchó a meterme los dedos en los ojos ayer, sino a dos de Madrid), nos han tranquilizado mucho. También nos han avisado de que está “muy delgadito” que para los estándares de aquí debe ser que está hecho un esqueletillo, el pobre. Tendremos que ver, en el orfanato, como está de todo, el origen de su delgadez, etc.

Pero eso no nos preocupa. Creo que ayer fue el primer día que nos lo creímos, que vimos algo de luz; mientras comprábamos la ropa, le contaba a Maria como le voy a enseñar a torear, jugando a los toritos. “Mira hijo, así, poniendo la muleta de frente y trayéndote al torito embarcao desde el principio del pase. Así, así, despacito, la pata palante, cargando la suerte, como Antoñete…, ahí, ahí, vaciando atrás la embestida…. ¡ese es mi niño, “El niño de Dnipropetrovsk”!" Ya tengo ganas de llevármelo conmigo como hacía mi padre, por ahí, a hablar, a ver el mundo, a contarme como era la vida mientras nos tomábamos unas cañas con unas gambas en Hermanos Alarcia y luego le decíamos a mi madre que no teníamos hambre…

Ya tengo ganas de llevarlo con mis amigos, a vacilar de chaval, “¿has visto? ¡está hecho un fenómeno!”, a jugar con él al fútbol (espero que nos sea tan malo como yo), a enseñarle a coger una raqueta, a apuntarle a clases de karate, a enseñarle a leer, a enseñarle a amar a los libros, a llevarle al monte de acampada, a enseñarle tantas cosas buenas de la vida…

En fin, de momento sólo tenemos una ficha, que ayer, cuando la vimos los dos, rubio o moreno, de ojos claros o oscuros, con estrabismo o sin él, delgado o gordo, nos mostró a nuestro hijo y eso lo vimos los dos, Maria y yo, sin dudarlo. Creo que ya os he contado que en el curso previo, nos hicieron elegir entre más de 30 fichas fotos cual elegiríamos como hijo y cual no. María y yo coincidimos completamente, incluso hasta el 4º ó 5º de orden, es decir: primero este, y si no, este, y sino este… Y también al contrario: este nunca jamás, luego éste... y así.

Mañana viajamos, otra vez, como dice Mafer, con la casa a cuestas, Maria echándome las gotas cada hora para intentar mejorar mi aspecto; no quiero asustar al niño, pero sobre todo quiero que me dejen pasar a verle, que no me limiten las visitas por miedo a que se lo contagie a él o a otros niños. Todo el mundo tiene sus filias y sus fobias. Yo sólo tengo una fobia: que me toquen los ojos, fobia que comparto, como tantas otras cosas, con mi hermana, que no es mi melliza, pero casi como si lo fuera. Pues me estoy hinchando en este viaje a superar mis fobias. Otra cosa por la que dar gracias a Dios, mira tú.

Abrazos



Cacha

lunes, 21 de mayo de 2007

Star Wars II (El retorno de Alberto)

Queridos amigos y familiares, espectadores de esta película agridulce que al fin está llegando a su mejor parte; os decimos esto porque esta mañana y tras dilatarse una hora y media la espera, hemos conocido al auténtico Alberto; después de contarnos brevemente su historial médico y familiar nos han enseñado su foto; ha sido muy bonito porque los dos hemos reconocido por fin a nuestro hijo; a pesar de que en la foto parecía moreno (Cacha como loco..) luego nuestra traductora que ha hablado con la casa cuna nos ha dicho que no, que es rubio; y yo me pregunto ¿habrán sido los nervios o es que me ha vuelto de repente la miopía??? por que de verdad que parecía moreno y encima el futuro papá está con un ojo a lo Dar Vader, para los que no hayáis visto la película es el malo malísimo que tiene los ojos inyectados en sangre porque ha cogido un virus y el pobre lo tiene muy hinchado y la verdad, lo que se dice ver, no ve mucho, así que de su opinión no me puedo fiar, pero bueno, nos da exactamente igual como sea, lo importante es que de salud está bien, parece que el estrabismo se ha reducido bastante y aunque está delgadito lo demás está bien. Vamos que no tiene nada que no podamos arreglar en nuestra casita, con cuidados, paciencia y mucho amor. Así que el miércoles de madrugada viajaremos a la zona donde está, aproximadamente 600 km y con un poco de suerte le conoceremos el mismo miércoles por la tarde o el jueves, ya seguro.

Esperamos que todo vaya bien y que por fin podamos daros más datos a todos los que estáis siguiendo fervorosamente nuestra historia, hayáis rezado a quien hayáis rezado parece que esta vez va a funcionar; por eso nos atrevemos a pediros otra cosita, que recéis por los amigos que aún están aquí, esperando su turno, con paciencia, ánimo y buenos sentimientos, para que les llegue pronto el momento de encontrarse con sus hijos.

Muchísimas gracias a tooodos por tenernos en vuestro corazón, esperamos que más adelante nos aguantéis a los tres también en vuestras casas!!


Besos y abrazos enormes


Maru


PD: Del tuerto, también


PD 2: Un beso enorme y un mordisquito para nuestra sobrina María Eugenia (la otra Maru que escribe en comentarios) que el sábado hizo, hecha una princesa, su primera comunión.

RETRASO EN LA CITA

Nos han llamado para retrasar la cita a las 16:30, parece que, como nos metieron un poco "a capón" el viernes, tenían a otra familia a las 15:00. Así que ya sabéis, las oraciones y/o buenos deseos para las 15:30 hora de España.

No hay mal que por bien no venga. Así me da tiempo a ir al médico: resulta que este fin de semana he cogido una conjuntivitis de caballo y tengo un ojo como si me hubiera dado un puñetazo un marinero ucraniano, rojo, medio cerrado e hinchado. Vamos al médico ahora con Yulia, nuestra traductora y, ya de paso, aprovecharemos para preguntar por el estrabismo infantil.

No sabéis lo que nos animan vuestros mensajes de ánimo; aunque estamos acompañados -primero el uno por el otro y luego, por los burgaleses, que ya habéis visto lo majos que son- siempre nos reconforta, nos da un empujoncillo, nos ayuda a superar ese momentillo malo, leer alguno de vuestros mensajes de ánimo. No dejéis de hacerlo.


Abrazos


Cacha


PD: A la vuelta del CA prometemos colgar la información que nos den

viernes, 18 de mayo de 2007

CITA EL LUNES

Hoy la visita turístico-cultural, ha sido a Livra, un conjunto de templos ortodoxos, del que ya pondremos fotos, que está dentro de Kiev, en la ribera del Dnieper. Hemos puesto velitas, como hacen ellos, de pura cera de abejas, para pedir por tener una cita pronto. Hemos bajado a las catacumbas, la parte visitable, que está llena de sarcófagos de cristal que contienen los restos de varios popes y santos de la Iglesia Ortodoxa; están vestidos con túnicas ceremoniales y cubiertos con su gorros típicos. Sólo tienen una costumbre digamos, curiosa: dejan una mano -normalmente la derecha- fuera, como para que compruebes que allí hay alguien.


A todos (Markos, Cirilo, Nicolas...) les hemos pedido que nos ayudaran con nuestro proyecto de familia. Yo creo que los santos son santos para todos y a mi lo mismo me da encomendarme a Santa María de la Cabeza que a San Nicolaiev de Kiev, deben estar más o menos igual de cerca del Padre para pedir por nuestro asuntillo..


Al terminar, nos hemos vuelto en autobús a la zona de nuestro apartamento; queríamos invitar a comer a Yulia, nuestra traductora, que hoy nos ha acompañado en la visita, a comer en una pizzería a la que hemos ido alguna vez y que tienen unas pizzas magníficas. He aprovechado la comida para freírla a preguntas sobre la cultura, idioma, historia de Ucrania, aprovechando que Yulia es Filóloga y además es bastante culta. La he exprimido tanto que Maria, en un momento, ha dicho entre risas "¡Pero déjala comer!", pero es que a mi me interesa todo de este pueblo, de donde viene mi futuro hijo....


Le hemos contado que en mi familia el tema de la adopción está muy asumido: ya os he contado que mi tío Manuel (83 años nos contemplan) es adoptado. Mi abuela, mi adorada abuela, no tuvo bastante con parir trece hijos sino que adoptó a uno en aquellos años del hambre; ella, pobre mujer de un pobre pueblo de Castilla, decidió darle una oportunidad y cariño a un niño huérfano. Y para nosotros -mi hermana y yo- el tío Manuel, es el tío Manuel. Como los demás.


El caso es que ella, en la sobremesa, ha llamado (una vez más, el otro día la llamaron pesada) para saber como iba nuestro expediente, cuándo íbamos a tener una cita. En ese momento, la psicóloga que estuvo en la cita con nosotros le ha propuesto una cita para el lunes, con dos fichas: una de ellas, un niño con anticuerpos de VIH y Hepatitis C; hemos dicho que no. Otra, un niño de dos años con un leve estrabismo, pero que del resto está muy bien (bueno, retraso psicomotriz, etc.) pero nada más. Hemos dicho que teníamos que pensarlo.


Otra vez, llamadas a Doc, resolución de dudas, momentos de tensión (otra vez decidir si será nuestro hijo....), mirarnos a los ojos, saber que quiere el otro... y hemos decidido que sí. A Maria Eugenia siempre le han provocado mucha ternura los niños con gafitas y éste, como poco, será lo que lleve durante una temporada. Doc, después de consultarlo con una oftalmóloga amiga, también nos ha comentado que si es un poco más grave una pequeña intervención lo solucionaría. Así que nada, hemos dicho que sí y a rezar durante este fin de semana para que el lunes vaya todo bien, la ficha nos enseñe la foto de un niño con una estrabismo leve y que, al menos su cara nos diga algo. Ya veremos.


Luego vendrá el viaje, el momento del encuentro, ya sabéis, como la otra vez. El momento del encuentro tiene su lado intenso, importante, pero no tiene que constituirse en un momento decisivo: algo así como "Si siento algo es mi hijo, si no, no". Los sentimientos hay veces que nos engañan, que se ven influidos por cosas que no son importantes, son volubles, pueden enmascarar lo peor de nosotros mismos nuestros miedos, nuestras frustraciones... Por eso los psicólogos recomiendan no esperar mucho del primer encuentro, no imaginar una escena con música de fondo de violines, tipo Kramer contra Kramer, donde un niño de rizos rubios y mirada angelical, ante la visión beatífica de los que van a ser sus padres, sonríe como un angelote, se tira a tus brazos y te dice, balbuceando en su torpe ucraniano "Siempre os estuve esperando" (traducción simultánea del original).


No, las cosas no suelen ser así. Es un niño al que su entorno conocido - y por tanto, seguro- es un orfanato, donde vive rodeado de niños como él, atendido por unas cuidadoras que, con buena voluntad pero pocos medios, no han podido dedicarle tiempo ni cariño suficiente. Por tanto, no conoce mucho el afecto de unos brazos y, por eso mismo, puede no saber que hacer ante unos brazos abiertos. Creo que a algunos os he contado el mensaje urgente que puso una madre adoptante en al foro de Adopción en Ucrania: el niño que le habían preasignado se balanceaba frenéticamente de un lado a otro cuando estaba de pie y adelante y atrás cuando estaba sentado. Alarmada, consultó en el foro para saber si tal comportamiento respondía a alguna enfermedad neurológica conocida. Enseguida contestaron varios padres con experiencia; no era nada grave, es algo típico de los niños que se crían en orfanatos: al estar toda su vida "institucionalizados", no han tenido nunca el cariño de unos brazos. Pero ellos necesitan la tranquilidad y el sentimiento de seguridad de ser acunados. Y como nadie se lo da, se acunan sólos...


Por eso, el niño, cuando se encuentra con sus futuros padres, se encuentra con unos señores mayores, raros, de otra raza (a veces) que hablan raro, que huelen raro, uno de ellos es un hombre (algo poco común), con una voz fuerte, que da un poco de miedo... Mejor no les miro y me pongo aquí a jugar con estos juguetes que hay por aquí.... ¿Ah, que me ofrece una galleta? Trinca, que más vale galleta en mano que ciento en el paquete que lleva esa señora en el bolso. Me voy zumbando no sea que me agarren...


Y así, el niño se muestra esquivo, a veces tiene un rostro inexpresivo (nadie estuvo volcado sobre su cuna diciendo "cuchicuchi" cientos de veces y gesticulando para sacarle una sonrisa...), no muestra interés... Lo importante, ese día, no es "sentir" algo que, forzosamente será tan arriesgado como buscar el amor verdadero en una cita a ciegas, sino comprobar que está bien, que se puede desarrollar con normalidad, contando con los cuidados y atenciones que le podemos dar desde España, ver que es normal en su comportamiento, que se relaciona bien con los demás niños, con sus cuidadoras, etc.


El cariño, vendrá después. Nosotros lo tenemos acumulado a tinajas, como las del vino de mi pueblo, y lo iremos entregando a demanda. El niño, una vez que siente que esos señores que ya han ido varios días a visitarle, que le llevan golosinas y juguetes, que parece que no vienen sólo de visita, a los que he intentado torear y me han dicho que y una leche en escabeche... esos señores parece que me dan esa seguridad que yo necesitaba. Esa señora tan rara a la que no entiendo la verdad es que es muy guapa y huele muy bien; tiene las manos muy suaves y siempre sonríe. Y el tío este de las ojeras es más feo, la voz me da un poco de miedo, pero parece que cuando me tiene en sus brazos tengo la sensación de que nunca me voy a caer...


Ya veremos. Nos os ilusionéis demasiado. Nosotros estamos en estado de tensión tranquila; este fin de semana dormiremos mal, nos quedaremos mucho tiempo en silencio, nos costará comentarlo con otras parejas que todavía no tienen cita, etc. El lunes a las tres ( a las dos en España) será el momento. Allí sabremos más detalles de su salud (que parece que, por lo demás, es buena) en qué orfanato está, etc. Y sabremos si viajamos o no.


Ya contaremos. Contamos con vuestras oraciones y/o vuestros buenos deseos. Nosotros vamos a intentar ir a Misa el domingo a la iglesia católica de San Nicolás; es posible que haya incluso una ceremonia en español. En español, o en ucraniano, tengo que pedirle al Señor que todo vaya bien, que nos ayude y nos de buen juicio y fortaleza.


Abrazos


Cacha

miércoles, 16 de mayo de 2007

"AS TIME GO BY" (El tiempo pasa)

Ahora nos toca esperar. Según parece, la primera cita es para conocerte, para saber que es lo que quieres exactamente, que nos encaja mejor como hijo/a, e intentar, en la medida de lo posible, que asumas a un niño/a más mayor de lo que figura en el certificado de idoneidad (el documento que expiden las autoridades de adopción de cada país, que tras superar exámenes psicosociales, te concede la idoneidad como padre/madre de un niño de un determinado perfil de edad, situación de salud, etc.), o con más problemas…

Están en su derecho. Entiendo que jueguen con nuestra ansiedad por ser padres, la incomodidad de estar en un país extranjero –muy extranjero-, las ganas de volver a casa, la pena, las ganas de ayudar a un niño que parece que el destino te ha puesto en tus manos y que, como hace la naturaleza, caprichosamente le ha fastidiado la vida con tal o cual enfermedad… Ya conocíamos la teoría y estábamos preparados para afrontar una situación así. Pero, ¿cómo no ilusionarse, a pesar de que las fichas que nos presentaron en la primera cita sólo nos mostraron niños muy enfermos? ¿Cómo no pensar que, efectivamente, V. no iba a ser nuestro hijo? Sólo era necesario que dijéramos que si…

Las similitudes con los embarazos o con los hijos biológicos no son deseables. Un hijo biológico es tuyo desde el momento de su concepción y, sea como sea, es tu hijo desde ese momento. En este caso, no es así. Es como la típica disyuntiva que uno plantea cuando es pequeño: “Mamá y si mi hermano y yo estuviéramos en un incendio y sólo pudieras salvar a uno de los dos, ¿a quién salvarías?” Las madres siempre responden –porque lo sienten- que a los dos y si uno preguntaba mucho, acababa obteniendo un coscorrón por respuesta. Esto es igual. SÓLO PODEMOS SALVAR A UNO. Y tenemos que elegir, dentro de lo posible a cual.

¿Por qué no salvamos a V.? ¿Por qué no compré todas las flores a aquella niña que me regaló una mirada de sus profundos ojos glaucos? ¿Por qué no le di todo lo que llevaba encima al pobre de la Plaza Maydan, que lleva varios días intentando vender un bote de Vernel, una caja vacía y dos libros viejos? ¿Por qué no la doy todas mis Grivnas a la inválida de la calle Khreschatyv, que muestra sus muñones, cada mañana, al frío y al calor? Todo me lo pedía el corazón, ¿por qué no lo hice? Realmente, no lo se. Creo que me defiendo de algo, indefinido, que creo que no es peligroso, pero que no me hará hacer realmente lo que hay que hacer. Razones del corazón que la razón no entiende, como decía el cabezón.

La adopción intenta parecerse a la paternidad biológica, pero no es exactamente igual. No es el azar el que distribuyó los genes Maria y los míos en el niño/a X y que le ha dado tales rasgos físicos y de personalidad. Lo que se parezca a nosotros será porque copiará ese ademán de apartarse el pelo de la cara de su madre, o la forma de mover las manos cuando enfatiza algo de su padre… pero no lo tendrá en los genes. Por eso nuestro hijo lo será en el momento en el que libre y conscientemente asumamos que es este que nos presentan y no otro. Al menos, así se puede hacer en Ucrania y entre otras cosas, por eso elegimos este bendito país.

Y ahora estamos esperando que nos den esa segunda cita. En este tiempo de espera, hay veces que las situaciones me recuerdan a la Casablanca de la famosa película del mismo nombre. Las familias, las personas, estamos esperando una decisión administrativa que cambiará nuestra vida. En el caso de Casablanca era un visado para escapar del país y de la guerra; en nuestro caso, una cita para escapar de nuestra paternidad frustrada.

Existe el mismo ambiente de rumorología –“me han dicho de buena tinta que hay fichas nuevas, por que el año pasado por estas fechas el centro estuvo cerrado por la mudanza…”, el mismo trasiego de información administrativa (y, por tanto, oscura, cerrada, críptica); el mismo tiempo de espera desesperada; también las decisiones de las que somos sujetos son absolutamente arbitrarias: no hay que preguntar el por qué.

No estás de vacaciones y, por tanto, no puedes hacer planes de vacaciones, ya que te pueden llamar en cualquier momento para una cita. Entonces te encuentras con las mismas personas en los alrededores del centro de adopciones, en los mismos cafés, en los mismos paseos. De momento no empeñamos joyas para pagar sobornos, no nos reunimos en un Ricks para soportar con los demás nuestra desesperación. Disfrutamos del sol que ahora nos regala Kiev, que parece como si nunca hubiera nevado aquí. Las terrazas están llenas, los chicos se quitan la camiseta para lucir torso, las chicas llevan minifaldas de infarto (bueno, creo que eso también lo hacen en invierno..) Kiev me recuerda a Madrid, a la gente le gusta la calle, le gusta mirarse, le gusta la noche. Este pueblo prosperará: madrugan y les gusta el lujo y aparentar.

Los españoles solemos vernos en “El Cutre Inglés” unos grandes almacenes, cuya disposición es de la misma forma que la de los almacenes de la familia Álvarez-Areces, pero muy cutre. Cuando, paseando por la calle, nos decíamos, “Pero, Dios mío, ¿dónde venderán esa ropa que lleva puesta esta gente? Hace años que en España no se ve algo así ”, el otro día descubrimos el lugar de origen. Impresionante. Por ejemplo, las corbatas servirían, perfectamente, para vestir a Antonio Alcántara en “Cuéntame como pasó”.

A pesar de eso, nos vemos allí de vez en cuando; nos gusta pasear y mirar. Si estás en plan valiente, te atreves incluso a mirar ropa de niño, juguetes, carritos… Otros días, el miedo te atenaza y, para qué vas a mirar, si lo mismo te vuelves a casa sin nada… pero eso son los menos. Por cierto, que para los que vais a venir a adoptar aquí, informo: En Kiev hay de todo lo que necesites, de niño, mayor o anciano. Hay baberos, ropa, bodys, pañales…. Hemos visto hasta jamón ibérico, lomo de bellota, aceitunas con anchoas de “El Serpis”, lo que queráis.

Ayer hicimos unas cuantas parejas españolas una excursioncita en barco, por el Dnieper, que es el tercer río más caudaloso de Europa. Intentamos pasarlo bien, distraernos de nuestra preocupación. Ya sabemos que quedarnos en el apartamento, mirando fijamente al teléfono no va a darnos puntos frente al Centro de Adopciones para que nos den una cita antes. A pesar de eso, el pensamiento de fondo es el mismo: cuando nos llamarán, que fichas tendremos, ¿en alguna descubriré a mi hijo?, ¿habrá alguno sano?, ¿habrá una niña?” Entre nosotros intentamos no sacar mucho los temas, para eso salimos, para distraernos, pero siempre hay un ruido de fondo, un pensamiento subliminar, un silencio momentáneo en la conversación, en el que de pronto alguien saca el tema y todos se suman como si la conversación, un segundo antes, hubiera versado sobre eso…

Hoy hemos ido a la ópera, a la representación de “Rigoletto”. Unas entradas de las mejores nos han costado 80 Grivnas, para los dos; al cambio, unos 12 euros. Más baratos que encargar un pizza a Telepizza en España. Hemos estado con una pareja de españoles, jóvenes, que son de esas personas a las que reconozco fácilmente: son de las que Dios me pone delante, de vez en cuando, para allanarme el camino. Son una extraña mezcla de un tío grandón, como un roble, morenazo, puro vasco de Vitoria, y una burgalesa pequeñita, activa, de preciosos ojos verdes. Los dos tallados de pedernal, duros pero entrañables; han pasado mucho más que nosotros –y los que nos conocéis, sabéis de que hablamos- y aquí están, haciéndole la vida fácil a todo el mundo, compartiendo su alegría y su conocimiento de Kiev (llevan aquí más tiempo que nosotros) con quien quiera escucharles, siempre con una palabra amable, con un gesto cariñoso… Buena gente. Generosos como sólo la gente que ha sufrido y no culpa a nadie por ello sabe ser. Amigos de los que Dios te da para que sigas confiando en la gente –al final, en Sus hijos- para que pienses que lo tuyo, al fin y al cabo, no es para tanto, así que mejor haces como ellos, que coño, y te dejas de quejar…

Su historia es de ellos y de quien se la quieran contar, así que yo no voy a escribir nada más aquí. La vida está llena de casualidades y resulta que ella y yo coincidimos, en su momento, en otro foro, ¡y ahora nos conocemos en Kiev! Luego la vida avanzará como sea, unos en Burgos, otros en Madrid, si Dios quiere, con niños, pero ellos ya saben (y nosotros también) que tienen unos amigos para toda la vida. En Madrid, Dios también nos ha regalado a nuestros ucramaños, los de Colmenar, que nos animan y nos enseñan el camino, con cariño, sin agobios..

Ventajas de ir tan lejos a por los hijos, que te encuentras con gente interesante en pleno parto.

Abrazos


Cacha

domingo, 13 de mayo de 2007

APRETANDO LOS DIENTES

Bueno queridos hermanitos, familia, amigos, padres adoptantes, curiosos y demás, después de lo que ha contado Cacha que parece un policía detallando los hechos tan bien como sólo él sabe hacer, os quería tranquilizar y comentaros que ya hemos pasado lo peor, realmente no me imaginaba nada más duro de lo que acabamos de vivir pero gracias a Dios cuando tocas fondo sólo te queda subir a la superficie lo más rápido que puedas para tomar aire y fuerzas. En ello estamos, ayer nos cambiaron a un apartamento que en vez de parecer de Jack el destripador parece de el hombre lobo pero esta mejor, al menos tenemos gas y algo de papel higiénico para...secarnos las lágrimas..por suerte hay una pizzeria al lado y varios españoles cerca que a fuerza de pasar por lo mismo se están convirtiendo en amigos. Bueno, no me enrollo mas, solo quería tranquilizaros, que sepáis que el tema esta casi digerido aunque nunca llegaremos a olvidarlo y que esperamos tener otra cita pronto, a ver si a la segunda va la vencida: parece ser que en las segundas citas las fichas de los enanos son mejores


Muchos besitos a todos y seguid rezando lo que sepáis. Dyakuyu!!!! (gracias)


Maruha

V. NO ERA ALBERTO

El jueves por la tarde nos dieron en el CA el premiso para visitar al niño en el orfanato; abandonamos el piso con Yulia, nuestra traductora y Basili, nuestro conductor, montados en su Mercedes Vito. Atasco de salida de Kiev, a las seis de la tarde, fin de la jornada laboral. ¿Habrá atasco en Madrid? Si, como siempre. ¿Se puede echar de menos un atasco?

Nudo en el estómago; tenemos un viaje por delante de 600 km hasta Kherson, por carreteras de las que en España ya no quedan. Cada dos minutos, Maria y yo nos mirábamos, para darnos ánimo. El camino se hace pesado, con baches y lleno de curvas; intento leer una biografía de Sandor Marai, pero las lineas me dan saltos y la cabeza se me va al encuentro de mañana. Le pido a Dios que el niño esté bien, pero a la vez sé que es un deseo infantil: el niño estará como esté, independientemente de lo que yo le pida; entonces le pido que sepamos reaccionar adecuadamente, que seguro que en eso si me puede ayudar. Le pido a Alberto, que el día 10 hace dos años de su muerte, que me eche una manita, también; conociéndole, seguro que ya se ha hecho amigo de San Pedro y salen por ahí de cañas. Le pido que me ayude a decidir bien.

¿Alguien ha elegido esposa/marido en unas horas? ¿Por qué nosotros tenemos que elegir así a nuestro hijo? Además, las opciones no han sido las de un “desfile de belleza” ni mucho menos. Mañana tomaremos una decisión trascendental para nuestras vidas en unas horas; tomando datos a través de Yulia, viendo al niño y enviando la información –por conexión inalámbrica a internet- a Madrid.

A las 2:00 llegamos a Kherson, con ese cansancio y ese mal cuerpo que ocasionan los viajes desagradables; la ciudad está oscura. El hotel es una casa grande, una villa a las afueras de Kherson; las calles para llegar son africanas, por los baches. Nos abre una señora rubia, eslava, muy amable. Tenemos tres habitaciones, para los cuatro. La decoración es indescriptible; la nuestra, en tonos naranjas, con cortinas de cretona, muebles lacados en blanco con motivos japoneses o algo así, lámparas churriguerescas…. Son las 2:30 de la mañana; a primera hora tenemos que ira al Ayuntamiento donde la inspectora nos dará su permiso para visitar al niño en el orfanato. ¿Quién duerme? Nos metemos en una cama que es la mitad que la nuestra. Intentamos dormir hasta las 6:45. Imposible dormir. Maria da vueltas, yo también. A las 5:00 amanece y, que suerte la nuestra, la habitación está orientada al este. Las cortinas naranjas se convierten en un luminoso de neón de ese color. Intento visualizar que pasará mañana, las preguntas que tengo que hacer, como me tengo que comportar; por un lado, frío, sin implicarme demasiado, por si sale mal; por otro lado, puede ser el primer encuentro con mi hijo….

Intento ir a los asuntos prácticos: las fotos, los gráficos de crecimiento craneal, las preguntas sobre lo que sabe hacer: ¿anda, coge cosas con las dos manos, chuta a un balón, oye bien,,,? ¿Qué pensará Maria? Su cara no refleja felicidad, en ningún momento… y eso es lo que a mi más me preocupa. No hemos venido aquí a tener un heredero, a seguir la saga familiar, tristemente rota, por ahora, ya que ni mi hermana ni yo tenemos hijos. Hemos venido aquí a ser una familia, ¿con este dolor de estómago se hace una familia? Maria siempre tiene las sensaciones de lo que va a pasar… ¿por qué me mira con miedo, pero con cara de que está tranquila? No se…
Nos levantamos antes de que suene el despertador. Preparamos por undécima vez las maletas –y las que nos quedan- y bajamos a tomar un café. Basili y Yulia ya nos esperan.

Pasamos por el Ayuntamiento a por otro permiso, que nos da la inspectora de menores. De camino al orfanato paramos a comprar galletas para los niños en un mercadillo. No tienen cinco cajas iguales así que compramos de varios tipos, todos muy básicos. Llegamos al orfanato, se ve por las vallas pintadas de colores. Entramos con la Vito, aparcamos y Basili nos abre la “bolsa del niño”, que Maria preparó con tanto amor en Madrid y que desde la T4 lleva envuelta en el celofán que la protegió en la facturación. Saca dos juguetes que hacen sonidos para "interaccionar” con el niño. Yo sujeto mis nervios con la cara de palo que se me pone cuando sujeto mis nervios.
Subimos unas escaleras; el sitio tiene buena pinta, está limpio aunque hay un olor extraño en el ambiente y un montón de cuidadoras. Salen llevándose niños en brazos por los pasillos. Todos parecen “normales” (sin defectos aparentes). ¿Qué estamos haciendo?

Llegamos a la puerta del despacho de la directora. Antes tenemos que pedir permiso a la secretaria. Estos excomunistas son muy protocolarios. Entramos. La directora tiene cara de jefa como todos los jefes de estos sitios. Mediana edad, tinte caoba, arreglada como de hace veinte años. Nos ordena el sitio donde debemos sentarnos. Obedecemos marcialmente.

El despacho es una mezcla de funcionarial y de guardería. Tiene muebles de madera y algunos juguetes anticuados en un sillón. Le hace la rosca a Maria Eugenia diciéndole que su nombre es muy bonito, que existe en todos los idiomas; María da las gracias educadamente con un hilillo de voz. Nos empieza a contar los antecedentes del niño que ya conocemos, con muchas pausas, como si le costara mucho darnos la información, leyendo entre legajos del expediente de V, dándose importancia. No nos dice nada nuevo, paro tomamos notas, muy aplicados. Nos dice, para relajarnos que no apuntemos tanto, que ya nos dará ella una copia de todo. Lo mismo decían los profesores en la universidad y luego no daban nada, yo sigo escribiendo, por si acaso.

Se anda por las ramas e intento centrarla: ¿de qué le han operado? ¿tiene le paladar hendido también o sólo labio leporino?. Me dice, como si le molestara, que tiene el paladar blando, quizá un poco abierto, pero que se le está cerrando. ¿Le han cerrado el paladar en al operación o solo el labio? Me mira confundida a la vez que se lo traduce Yulia. Bueno, eso se lo tendré que preguntar al cirujano que le operó, y eso será el lunes o el martes, a ella no le consta… Desde el primer momento, nos ha puesto una foto del niño delante, más actualizada de la que vimos en la ficha en el CA. Está lleno de heridas por la cara y Maria le pregunta que de que son; ella se rie y dice que de las peleas entre niños, que algunos tienen huellas de mordiscos en las mejillas…. Que juerga.

Toca un timbre y me temo lo peor, que lo traigan para que lo conozcamos sin que sepamos un diagnóstico claro de él. Yo quería evitar verle si la cosa era grave, pero nos lo quieren meter por los ojos. Nos dice que el niño tiene una sorpresa muy agradable: Maria y yo nos miramos, esperanzados… ¿estará bien del todo? ¿Será un Einstein? ¿Le habrán operado y nos va a dar la sorpresa al final de que el niño está bien? La tía nos dice que como todos los niños huérfanos, tiene una cartilla donde el estado le ingresa un dinero, pero que este, además, como tiene declarada una minusvalía (¡¡¡¡¿¿¿UNA QUÉ…???!!!!!) tiene 900 grivnas más ahorradas. Pienso que se las puede meter por donde no llega la luz del sol, pero le digo a la traductora que le diga que se las donaremos al orfanato.

Se abre la puerta y entra una cuidadora con V. Yo no quiero ni mirar y busco afanosamente la cámara de video –la de fotos nos la robaron- para hacer las fotos de rigor. El niño es muy rubio; está alto para su edad, se desenvuelve bien. Está intimidado, sólo interactúa con la cuidadora. Nos mira de soslayo. Tiene la típica cara inexpresiva de los niños institucionalizados, que los hace poco “queribles”, pero a este se le suma su labio y nariz torcida y una herida en la barbilla curada con mercromina. Tiene unos ojos azules preciosos, inexpresivos, fríos, que miran con vergüenza. No siento nada, me refugio detrás de la cámara y le digo a Yulia que les diga que tengo que hacer fotos del paladar.

Lo intentan de varias formas, pero el niño se resiste; mientras nos dicen que come muy bien y que habla por palabras, no por frases. Maria le da una galleta que come con dificultad, pero agarra otras dos con cada mano. No puedo hacer las fotos. Nos llevan a otro cuarto, donde hace mucho calor y allí lo volvemos a intentar. No puedo, la cámara no tiene flash, no abre la boca. En ese momento, optamos por verlo directamente: tiene una hendidura desde la garganta hasta la encía, como de un centímetro de ancho; le han cosido la encía malamente; un lado del maxilofacial superior, el izquierdo, tiene todos los dientes torcidos, como girados 90 grados, tiene la campanilla dividida en dos….

Es un horror, como los peores casos que vimos en Internet. Intentamos mostrar naturalidad, no preocupar al niño, jugar con él. Estamos en un cuarto de juegos que, según nos dicen, sólo usan una hora a la semana, así que V. se dedica a sacar todos los juguetes y a lanzarlos. Intentamos comprobar si oye bien, parece que si. V. coge un palo de un juego de construcción y se dirige a Maria, para pegarle con él. ¿Un niño pegando a Maria, que es la reina de los enanos? ¿Qué pasa aquí? Se llevan al niño y decimos que tenemos que enviar la información a Madrid.

Maria dice que quiere dejar el resto de galletas en el orfanato y le dirigen a una habitación. Detrás hay una cuidadora que por señas le dice que se las reparta a un montón de enanos, menores de cinco años que pululan por allí. Hay niños de todo tipo, la mayoría rubios, alguno es demasiado delgado, otro tiene la cabecita muy gorda, algunos se esconden y otros se tiran a por las galletas, pero en general son muy simpáticos con nosotros. ¿Qué demonios estamos haciendo? Tememos alguna escena tipo “mamá, papá” y agarrones del pantalón, pero afortunadamente no se produce.

Salimos de allí con auténtico mal cuerpo, le decimos a Yulia que busque un sitio para desayunar para calmar el dolor de estómago y enviar las fotos y la información a Elena, la amiga de Doc, que nos dará su opinión. Mientras desayunamos, me concentro en enviar correos. Maria me pregunta varias veces que pienso. Le digo que debemos tener toda la información para tomar la mejor decisión. Estamos agotados por los nervios que hemos pasado, por no dormir, tenemos un mal cuerpo indescriptible…. ¿así deberíamos celebrar el haber conocido a nuestro hijo? Esto no puede ser, así no puede ser, no puede ser…

Elena, la medica, nos llama para informarnos de lo que ha visto. Efectivamente, es un caso muy grave al que tenian que haber operado del paladar hendido a los tres meses de edad. Nos cuenta que tendra por delante un minimo de seis intervenciones, cierre del paladar, reconstruccion de la nariz, cierre de encia, cierre de campanilla, implante de injerto de cadera en el maxilofacial superior para luego hacerle implantes dentales... Lo peor es que despues de todo esto nada garantiza que vaya a quedar bien, que vaya a tener una vida normal. Según ella, puede tener importantes defectos auditivos, nunca va a poder hablar bien, a pesar de que dediquemos todo el tiempo del mundo a logopedas y foniatras, es muy posible que tenga contínuamente infecciones en el maxilofacial superior por los germenes de la boca, que se colarán por los implantes....

Un panorama de vida por delante que se nos pone tan cuesta arriba que, sin mirarnos, nos hace darnos cuenta de que no es lo que hemos venido a buscar.

Yo pienso que si adoptamos a V., se nos hara muy dificil volver a adoptar a otro niño, tal como teniamos previsto. Es eso lo que hemos venido a hacer.


¿Cuál es mi principal objetivo? Hacer feliz a mi mujer que es mi familia y que es a quien quiero. Yo sé que ella es capaz de afrontarlo todo, pero ¿esto la va a hacer mas feliz?

Mi respuesta es no.

Maria me dice que no podemos dejarle allí, abandonado, que si no le adoptamos nosotros, nadie le va a adoptar. Yo le digo que solo podemos llevarnos a uno y ese uno es el que tiene que ser el origen de nuestra familia, no su fin. Nos dedicamos a hablar durante varias horas, paseando por Kerson -mientras Yulia y Basili nos esperan en la furgoneta-, buscando posibilidades, intentando vislumbrar una luz.... que no aparece en esa mañana, paradójicamente, luminosa de primavera.



Al final decidimos que no. Se lo comunicamos a Yulia, que nos anima diciendo que hemos hecho lo correcto. Prepara los tramites: hay que volver al Ayuntamiento a decir que no lo adoptamos, obtener otro certificado, etc. Volvemos a Kiev con una extraña sensacion de alivio en el cuerpo, sabiendo que hemos hecho lo que teniamos que hacer. Le digo a Maria que podemos hacer una donacion en la cartilla de V. para que le operen de mayor. Ella, mas lúcida, me dice que si le adopta alguien se quedará con ese dinero. ¿No podemos ayudarle de alguna forma? No sé.


Durante el viaje intercambiamos constantemente miradas de ánimo y mensajes de cariño. Hemos hecho bien, aunque no ha sido facil.

Nos preparamos para la segunda cita, que esperamos que sera en una semana.

Llegamos a Kiev tras ocho horas de viaje. Nos llevan a un apartamento en un edificio viejo del centro de Kiev. El piso es asqueroso, deprime sólo de verlo. Son las doce y no podemos llamar a nadie para quejarnos ni para cambiarlo. No podemos cocinar, los cacharros estan asquerosos, no tenemos gas, no tenemos microondas, no hay de nada. Cenamos poco sentados en unos tristes taburetes en la cocina. Nos queremos, ¿qué más nos hace falta??

Mañana sera un dia mejor. Seguro.

Cacha



PD: Perdonad por no haber escrito antes, pero para colmo de males se me ha estropeado la conexion a internet. Escribo desde un cyber.

miércoles, 9 de mayo de 2007

EL DÍA DESPUÉS

Lo primero de todo: gracias por vuestros mensajes. Cortos o largos, nos hacen sentirnos queridos y, ya sabéis no hay nada que nos guste más, a Maria y a mi, que nos quieran. Somos una especie de osos mimosos disfrazados de personas.

Ayer fué un día de vaivenes y subibajas. Salimos razonablemente contentos del CA: habíamos conseguido la preasignación de un niño muy pequeñito (dos años recién cumplidos, en Abril) sin problemas de salud aparentes -ninguno diagnosticado- y con un pequeños problema estético: labio leporino, del que ya le habían operado (a la ucraniana, o sea, no muy bien) y que por eso en la foto se ve que tiene una cicatriz en el labio que le tuerce la boquita y la nariz. Gracias a Doc, que nos animó por teléfono y nos dijo que eso era muy fácil de reconstruir, que no había problemas y que con otra operación podría ser completamente normal, que hay mucha gente que nos cruzamos por la calle que tuvo labio leporino al nacer y que ahora nos pasa absolutamente desapercibida. Yo conozco algunos, que lo se porque son gente mayor que luego no se ha hecho operaciones de estética y les ha quedado la típica expresión de la operación de cierre de labios. Nos acordamos de "Cambio Radical" y nos dijimos "qué demonios, si a esos adefesios les dejan fenomenal, a nuestro niño mejor"

Desgraciadamente (y afortunadamente) tenemos acceso a internet y googleamos "labio leporino". No lo hagáis. Los médicos, en su sadismo, gustan de poner los casos más extremos en sus estudios y en sus webs para acojonar a la gente y demostrar como les debemos la salud y la vida. Vimos paladares hendidos, encías torcidas, etc. Todo parece que recuperable, pero con varias operaciones, con posibilidades de secuelas de perdida de audición, al estar poco desarrolladas las trompas de Eustaquio por la hendidura palatal... Horas amargas (siempre la noche trae horas amargas....), incertidumbre.... ¿nuestro niño será un monstruo? Sólo hemos visto una foto pequeña de él, donde se aprecia lo de la boca y la nariz torcidita....

Otra llamada a Doc nos tranquilizó (le debo una lata del mejor caviar de ucrania). Ha hablado con una médico amiga suya del Marañón que es supersepecialista de estos temas, que ha operado a un montón de niños y que le garantiza que quedan fenomenal... Otra vez tranquilidad, ilusión... pero con un punto de mayor incertidumbre. Hemos quedado con él en que el viernes, nada más llegar a la casa cuna (*), pediremos el historial médico para saber el grado de hendidura palatal, si tiene el paladar cerrado después de la operación que le hicieron a los tres meses -que suponemos que si, pues el informe dice que como bien y está bien alimentado, pero, si es así ¿por qué nos dijeron que tenían otra operación prevista a los 5 años? Estética no puede ser...- y que en cuanto tengamos el encuentro con él, le saquemos fotos (paladar incluido) se las enviemos corriendo por email a su amiga y ella, junto con otras dos especialistas del Marañon nos digan, casi en tiempo real, el diagnóstico del niño y sus posibles complicaciones.

Todo un poco frío, un poco desasosegante, un mucho menos cálido y esperanzador de como nos habíamos imaginado el primer encuentro con nuestro hijo. Estábamos preparados para que no nos prestara atención, para que llorase al ver a un tío, moreno, con ojeras y la voz de trueno (algo que no ha visto en su corta vida, allí son todo cuidadoras), que estuviera poco comunicativo, pequeñito, desnutrido.... pero no para esta especie de "raid del diagnóstico" que tenemos que hacer.

En cualquier caso, no estamos nada seguros de que aunque sea muy grave vayamos a decir que no. Pensamos que nadie mejor que nosotros para que se pueda arreglar: tenemos dinero, tenemos cariño, tenemos una gran familia (en sentido amplio, donde estáis todos vosotros) para que se sienta querido y acogido, por muy feíto que sea en los primeros años, hasta que se pueda ir arreglando. Sólo si las complicaciones fueran extremas y le afectasen a otras áreas de su desarrollo nos plantearímos decir que no... y pedir una segunda cita en el CA, aunque esa segunda cita tampoco nos garantiza que vayamos a tener una ficha de un niño en mejor estado de salud que el que nos han preasignado.

Y así estamos, en esa incertidumbre, entre la frialdad de los argumentos médicos y la llamada del corazón; entre el pequeño rechazo que te puede producir la visión de un niño con una deformidad visible y las ganas de querer ayudarle, de curarle, de quererle... Otra vez la vida, la maldita vida, la maravillosa vida que nos plantea esta situación.

Si Dios nos hubiera dado hijos biológicos, con embarazos sin problemas, partos fáciles, lactancias sin gases, cucos inmaculados con gasas blancas y muñecos colgados, de bebes gordos y risueños, probablemente estaríamos preocupados por otras cosas, no sé, por que el pelo no lo tienen suficientemente sedoso, o no despuntan como figuras de la raqueta... la vida nos da un umbral de exigencia en nuestra felicidad; a estas alturas, nosotros sólo queremos a alguien a quien querer, aunque somos humanos y nos gustan los niños guapos como a los demás. ¡Estamos rodeados de niños guapísimos, todos vuestros hijos lo son!

También pienso que si hubiésemos tenido hijos, también podrían tener muchos problemas: tanto Maria como yo estuvimos malitos de pequeños, yo estoy sordo, tenemos antecedentes familiares de complicaciones de todo tipo... Podríamos haber tenido hijos biológicos con todos nuestros defectos y alguno más. Y les hubiéramos querido igual. Y nos hubiéramos querido como sabéis que nos queremos, sin cargas ni culpas.

En este dilema estamos. Lo resolveremos el viernes, de una u otra forma. Dios nos ayude. Y al niño, que le de los padres que merece, seamos nosotros u otros.

Besos a todos.

Cacha



(*) El niño está en una casa cuna, al ser menor de tres años, no en un orfanato como erroneamente os puse ayer. Así que el link que os pusimos no os lleva al sitio donde está.

martes, 8 de mayo de 2007

¡celebrándolo!

Hola otra vez, amigos, hermanos, vecinos,pueblo de Moratalaz; hola a toda nuestra gran familia que está al otro lado de la red ansiosa de noticias, apoyándonos en todo. Aqui estamos de vuelta, los futuros papas de la criatura que acaba de ser bautizada en nuestro corazón y esperamos que pronto lo será por la iglesia, con el nombre de Alberto; ese era el trato, si era niño elegía Cacha y así ha sido, dedicado a nuestro gran amigo que seguro nos habrá estado apoyando desde donde esté. La verdad es que ha sido "una horita corta", como todos deseamos siempre a las futuras mamás en el momento del parto, eso sí, con un montón de dudas; imaginaos ver las fotos de 5 pequeñajos que necesitan urgentemente papás; nos hubiéramos ido con más de uno pero no era posible además sería injusto para las demás parejas que aguardaban, pálidos, su turno. Bueno, el caso es que hoy 8 de Mayo, el día de nuestro noveno aniversario de boda, nos ha caido del cielo nuestro Alberto;es muy rubito, con los ojos azules y la boquita un poco torcida debido a su "problemilla" probablemente no será el niño más guapo del mundo para muchos, pero para nosotros si, además del más deseado. Ahora mismo lo estamos celebrando con una botella de Pivo (cerveza en Ucraniano) y mañana iremos a la ópera para que se nos pase rápido el tiempo hasta el viernes, dia en que saldremos junto con Yulia, nuestra traductora hacia Kherson, donde nos encontraremos con él. Esperamos tener suerte, que el avión vuele muuuy rápido y nos lleve pronto a ver a nuestro Alberto, que no tendrá ni remota idea de lo que le espera(su tía María Eugenia le enseñará a leer, Cristina a vestir fashion, Toche le enseñará a esquiar, Javier a montar en moto, Juan Antonio a pescar, su abuela a comer paella sin parar... y nuestros amigos lo juntarán con sus hijos para que le espabilen pronto)de momento le espera eso y muchísimo cariño, después alguna operación... y si todo sale bien, en un añito o dos vendremos a por algún hermanit@. De momento seguiremos digiriendo su llegada su papá y yo que aunque no nos gusta hacernos ilusiones, ya tenemos los pies a un metro del suelo,,,
Bueno guapetones, gracias por vuestras palabras de ánimo a los que las hayais publicado y a los que no...¡¡hacedlo ya o callad para siempre bellacos!!! Muchísimos besos desde el soleado Kiev

Maru

¡HA SIDO NIÑO!

Acabamos de venir del Centro de Adopciones; ha sido la decisión más difícil de nuestra vida, sin duda. El Centro de Adopciones está en un sitio muy bonito, pegado a la Catedral de San Andrés, una iglesia del siglo XVI típica de los países eslavos: pintada de cal y verde, con los techos dorados.


El edificio del CA tiene un jardincillo a la entrada; hay varias personas esperando, entre ellas nuestro facilitador Igor y nuestra traductora, Yulia, muy majos los dos. Al llegar nos hemos encontrado con la pareja de Valencia con la que coincidimos en el avión; tenían mala cara. Les han preasignado una niña muy pequeñita, de sólo dos años, pero con algunas complicaciones de salud que no nos detallan mucho, para no preocuparnos y por prudencia; nos desean suerte. Tienen mala cara; en su primera adopción tuvieron una primera preasignación fallida y temen repetir experiencia.


Después de media hora de tensa espera, donde los menos nerviosos somo Maria y yo, nos dice Igor que nos llaman; nos recibe a pie de puerta Elena, la traductora oficial del CA, una chica de unos treinta años, algo regordeta, amable, con cara de buena persona, que nos recibe amablemente y nos conduce escaleras arriba, hasta el despacho donde tendremos nuestra entrevista. En la puerta, los números 112 y 113. Entramos y nos recibe otra chica joven, de treinta y pocos, guapa, con cara de ucraniana; se presenta también como Elena, nos habla en ruso y la otra Elena nos hace la traducción simultánea de lo que va diciendo. A veces se pisan las frases y me cuesta seguirlas, pero son muy amables y no les cuesta nada repetir lo que queramos; se ven conscientes de que lo vamos a pasar mal y parece que quieren hacernos el trago menos amargo.


Nos cuentan como va a ser el proceso: nos previenen de que los niños son algo mayores y que según nuestro expediente, hemos solicitado un menor de hasta tres años; les respondemos que depende del estado de los niños, para tomar una decisión definitiva. Muy tranquilos, de momento y respondiendo correctamente.


No os voy a contar los detalles, esos nos los quedamos Maria y yo, porque pertenecen a nuestra intimidad y a la de los niños a los que, con todo nuestro dolor, tuvimos que decir que no. Sólo había una niña -de nombre Alexandra, que era toda una premonición, ya que a Maria le encantaba Alejandra para nuestra hija- pero tenía muchos problemas: mayor (tres años y medio), con hiperactividad diagnosticada, retrasos varios... La mayor duda ha estado entre el que hemos elegido y otro niño que era más mayor (también 3,5 años) con problemas de corazón y unos primeros años de estar muy enfermito.


Hemos llamado a Doc, a nuestro cuñado Juan Antonio, ¡que alegría poder contar con él!, que como sabéis es médico, cirujano pediátrico. Gracias a Dios, las dos Elenas nos dejaron llamarle por teléfono para consultarle las dudas. Nos desaconseja de primeras a la niña (la teníamos casi descartada por la hiperactividad) y nuestra duda se centra en los dos niños.


Al final nos hemos decidido por V. Está sano, tiene sólo dos años, la foto le muestra como un niño rubio, de grandes ojos azules, fuerte, con la boquita y la nariz torcida. Nació con labio leporino, pero le han hecho una primera intervención y le han arreglado un poquito el labio y el paladar, que lo tenía abierto. Juan Antonio nos ha comentado que es un tema estético que se puede corregir casi totalmente con una operación y que él conoce a buenos especialistas.


El resto de su ficha no dice nada más; nuestra facilitadora, hace un rato, nos ha confirmado que está bien de salud y que iremos a conocerle al viernes. Mañana es fiesta aquí y nos darán en el CA el jueves el permiso para viajar a Kherson, la ciudad donde está el orfanato. Está al sur, bastante lejos, es una ciudad ribereña del río Dnieper y del Mar Negro.


Os pongo un enlace del orfanato, para que sepáis donde estaremos a partir del viernes.


Perdonad que no escriba más, pero nos queremos ir a comer; hoy es nuestro aniversario (que por cierto, se nos había olvidado, imaginad nuestro estado esta mañana, cuando nos hemos levantado) y queremos ir a comer algo, a relajarnos de los nervios que hemos pasado y a digerir un poco todo esto.


Os he contado, muy en resumen, los hechos. Con más tiempo, os contaremos los sentimientos.


Besos y abrazos


Maru y Cacha